El otro día, en la cima de mi aburrimiento estaba viendo por segunda vez algunos de los videos de El cocinero fiel en su canal de Youtube cuando tuve la brillante idea de ver el video que dedica a los desayunos en Sevilla. En general me suelo fiar del criterio de Txaber Allué y en cualquier caso su serie de videos temáticos da una lista de sitios que visitar si uno quiere variar y descubrir lugares nuevos. A Diego y a mí nos resulta muy atractiva la idea de bajar al centro los fines de semana para desayunar sin prisas (lo que al final acaba siendo un desayuno obeso y tardío más parecido al brunch).
De los cinco locales que visitó el youtuber el que mejor impresión le causó fue una pequeña cafetería en el centro histórico de la ciudad llamada «La Cacharrería» (Calle Regina, 14). Nada más ver la captura de pantalla con el pan de centeno y al oír que tenían una variedad de mermeladas caseras ya estabamos añadiendo «desayuno en el centro» para la mañana del sábado en nuestro calendario.
Como ya he dicho el local se encuentra en pleno centro así que ni soñar el ir hasta allí en coche, no llegarías ni para la cena. Es una pena que el centro de la ciudad sea prácticamente inaccesible para cualquiera que no vaya en moto pero en cualquier caso merece la pena el esfuerzo de coger un bus y luego dar un paseo.
«La Cacharrería» se encuentra en una estrecha calle llena de tiendecitas y cafés. Tiene una pequeña barra y tan solo dos mesas fuera y cuatro dentro del local por lo que lo mejor es ir a una hora en la que no se espere un gran afluencia de gente (lo que en una ciudad tan turística como Sevilla puede resultar difícil). En nuestro caso, a las 11 de la mañana, nosotros y nuestra inconsciencia, tuvimos que esperar un rato para que se liberase una mesa. En general y por lo que pudimos observar al tratarse de desayunos / meriendas, si hay cola suele avanzar rápido y en cuestión de diez minutos estabamos sentados a pesar de haber tenido dos grupos por delante de nosotros.
El local es muy pequeño y está atiborrado de cosas vintage y de curiosidades colgadas de sus altísimas paredes. De nuevo, la hora punta le resta bastante encanto al lugar ya que prácticamente no hay sitio para nada pero el suficiente como para disfrutar de un ambiente muy agradable. Como en muchos sitios de Sevilla, hay que ir a la barra a hacer tu pedido y a pesar de que sólo había una chica detrás de la barra y un chico sirviendo las mesas nuestra comida llego relativamente rápido.
Yo opté por un estupendo beagle de salmón que podría ser el bocado perfecto para los amantes de los desayunos salados. Me lo sirvieron caliente, recién hecho y considerando su precio (3e) el tamaño era más que aceptable. Se notaba que la elaboración era totalmente casera y no era uno de esos platos tan flipados con lo eco y supuestamente boho que se olvida del sabor. Vamos que me lo comí enterito (brotes de soja incluidos) y me costó desprenderme del bocado que le cedí a Diego para que lo probase. Para la bebida me decidí por un moka caramelo que aún teniendo una pinta espectacular (una alta capa de nata incluida) quizá resultó ser algo empalagoso para mi gusto (y eso que pude ver a un chico de la mesa de al lado añadirle azúcar y casi sufro un ataque de diabétes en el acto). Otros 3 euros más que razonables.
Diego por su parte pidió unas tostadas (enormes) con un surtido de tres mermeladas caseras. Visto lo rápido que desapareció todo de su plato se nota la elaboración propia y la calidad del pan de la tostada, algo que yo también puedo corroborar ya que pude robarle un cachito. También pidió un café con leche que como él mismo me dijo era de una calidad muy decente. Se agradece tener un café que se pueda beber para desayunar y no el aguachirri que sirven en la mayoría de los sitios y al que tanto estamos acostumbrados. Las dos cosas no llegaron a 3 euros y por 1 euro mas (!!!) pudo disfrutar de un zumo de naranja natural por cuyo simulacro en ácido y de un tamaño menor fácilmente puedes tener que pagar más de 2 euros en otros sitios. Vamos que Diego tampoco se equivoco ni un pelo en su pedido.
Durante nuestra estancia en la Cacharrería entraron muchos extranjeros (seguramente por la localización del lugar) pero en general la mayoría de gente era local y en muchos casos se notaba que eran asiduos y no me extraña. El servicio es rápido y amable a pesar de la hora punta, la decoración curiosa y la carta más que interesante y nada agresiva con la cartera de los clientes. El festín que nos dimos y se puede apreciar en la foto no superó los 12e. Definitivamente vale la pena dedicarle un rato para desayunar o merendar muy agusto. Se agradece encontrarte con un sitio acogedor en el que cuidan los detalles y convierten los desayunos en algo más que «me como lo que sea rapidito y ya». Aparte de su variedad de beagles y tostadas también tienen smoothies, batidos, cereales con frutas y dulces y me quedé con ganas de probarlo todo. Habrá que volver. Ay qué pena.
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